jueves, 10 de marzo de 2016

Cristóbal Colón, soñador que se descubre día a día


La imaginación es el principio del conocimiento, por cuanto las personas que crean o descubren algo, antes debieron fantasear con lo deseado; bien sea sólo proyectar que aprenderían algo a través de los conocimientos impresos en los libros o que otros podían suministrarles. En este sentido, esta vez se hablará de un gran soñador, Cristóbal Colón, quien es el tema principal en los dos textos a considerar: El arpa y la sombra de Alejo Carpentier y fragmentos presentes en la Historia real y fantástica del Nuevo Mundo (Diario del primer viaje de Cristóbal Colón y La primera visión de tierra firme).
            
           Ahora bien, estos describen a Cristóbal Colón como un hombre deseoso de saber más, en esto no hay discusión. Así, Carpentier dice: “Más pienso que aún he leído poco. Debo conseguirme más libros. Libros que traten de viajes, sobre todo” (p, 28). Mientras, en la Historia real y fantástica del Nuevo Mundocuando llega a Cabo Hermoso,comenta que existen muchas yerbas, árboles y verduras distintas de las de España con especial hermosura pero se lamenta diciendo “mas yo no los conozco, de que llevo grande pena”(p,14). En estas palabras se resalta el sentir de él, el querer conocer cuanto sea posible; pero este saber tenía su precio,el cual no podía pagar por ser de origen humilde.

Con relación a ello, el origen de Cristóbal Colón ha sido muy discutido, por cuanto no hay certeza de dónde nació, ni en qué año. Pero, mayormente se afirma que es genovés, como lo implican los textos anteriormente mencionados. En este sentido, Casillas afirma en el diario ABC (2016):“Su nombre original era el de Pietro, pero adoptó el nombre de Cristóforo en el convento genovés de Santa María di Castello, donde recibió una educación elitista”. Esta es una de las muchas explicaciones del porqué es difícil realizar una biografía de él, lo cual era importante en El arpa y la sombra (donde se discute la postulación hecha primero Pío IX y luego por Su Santidad León XIII) pues era requisito indispensable para la canonización de Cristóbal Colón; fundamento de esta novela, que pone a discusión si es digno de ser santo.

Ahora bien, en esta obra dividida en tres partes (El arpa, La mano y La sombra). La primera se basa en la petición de Pio IX a un reconocido historiador francés, el conde Roselly de Lorgues, de reunir datos sobre Cristóbal Colón. Luego, en La mano comienza a ser Cristóbal Colón el narrador protagonista, donde en víspera de su muerte recapitula lo que ha vivido y cuanto debe confesar. Así, recuerda sus relaciones con su esposa (con quien se casó por interés) y el hijo que con ella tuvo (Diego, su primogénito), y a su amante Beatriz, quien también le da un hijo (esta  relación será objeto para contrariar su canonización).

Asimismo, menciona la problemática de no poseer la inversión necesaria para realizar su travesía al Oeste; recomendada por el Maestre Jacobo (un imaginario que puede hacer alusión a Jacob, y la tierra prometida), quien le había relatado que en esa dirección existía la “Tierra Verde”, de la cual quería gloriarse de ser llamado Descubridor. Para esto, debió esperar mucho tiempo, y formar relaciones amistosas con personajes de gran renombre. Con ello, en la segunda oportunidad que le propuso a la reina Isabel de Castilla su empresa (en la primera, años atrás, no había captado su atención), se aprovechó de que no estaba el rey Fernando (a quien describe como alguien de poca autoridad); y comenzó a halagarla, con lo cual comienza una relación íntima bajo la promesa de obtener sus carabelas y el financiamiento de su viaje.

Así pues, refiere que para esa travesía necesitaba dos millones de maravedíes, uno ya lo había obtenido de un banquero bajo empeño de una joya que valía mucho menos (ingenioso en los negocios, por no decir aprovechado), dice (Carpentier, 1979) “Y ese otro milloncejo era el que Columba me prometía, cada tarde, para retirármelo de madrugada —no tenía ni que decirlo— en el “vete ya” de la despedida. Pero una noche estallé” (p, 42). Entonces, cansado Colón de oír promesas de la reina Isabel le confiesa lo que el Maestre Jacobo le hizo saber:
Sin poder guardar ya el secreto que durante tantos años llevaba en mí le revele lo sabido, allá en la Tierra del Hielo acerca de las navegaciones del Pelirrojo, de su lujo Leif, y de la descubierta, por ellos realizada, de la Tierra Verde (p, 42).

En este momento amenazó ir con el rey de Francia, quien según él estaría dispuesto a ayudarlo, pues era más inteligente (muestra de su astucia). Con ello la reina acepta darle cuanto necesitaba, y su sueño comienza a cumplirse, señala (Carpentier, 1979): “partimos 3 días de Agosto de la barra de Saltes a las ocho horas” (p, 44). En adelante, relata el conflicto que se propicia en las embarcaciones por el pasar del tiempo (desesperados por no ver tierra)y el sentir a varios en su contra; en donde quizá para disminuir el arrebato de todos, cada día decía que habían recorrido menos leguas de las reales (siempre sagaz).Así, llegado el 11 de Octubre,se siente perdida su autoridad y en justo tiempo (Carpentier, 1979):
A las diez de la noche, me pareció divisar unas lumbres en la lejanía. Y por estar más seguro, llamé al veedor Rodrigo Sánchez, y al repostero de estrados del Rey, que fueron de mi parecer… Y a las dos de la madrugada del viernes lanzó Rodrigo de Triana su grito de “¡Tierra! ¡Tierra!” que a todos nos sonó a música de Tedeum (p, 46).

Luego, el 12 de octubre, se puede conectar El arpa y la sombra con los fragmentos presentes en el Diario del primer viaje de Cristóbal Colón. Puesto que ellos narran uno de los acontecimientos más importantes del siglo XV, el “Descubrimiento de América” (o como ahora se prefiere llamar “El encuentro de dos mundos”).  Pero, como se podrá evidenciar a continuación, estos describen a un Colón diferente; un Colón represivo y un Colón conciliador.

            En principio, se puede contrastar lo sucedido con la recompensa al primero en ver tierra prometida por la reina Isabel, de un jubón y diez mil maravedís, la cual entregó a medias a Rodrigo de Triana, dándole sólo el jubón; en El arpa y la sombra le niega un adelanto de los maravedís y  expresa: “En cuanto a su renta de diez mil maravedís {y esto si habré de decirlo al confesor) podrá anotarla en hielo” (p, 46), mientras en el fragmento del Diario del primer viaje de Cristóbal le oculta había otro premio. En los dos casos toma para él lo que por derecho no es suyo, pero en El arpa y la sombra no se toman la molestia de embellecer lo que hace, sino que lo dejan ver como un hombre mezquino y manipulador, porque piensa para sí que si el reclama mucho es capaz de decir cosas que a él no le convienen.

            Después, describen la llegada a la isla Guanahaní, donde hacen toma de posesión a esa tierra, y por ganar el agrado de los primeros aborígenes que se acercaron decide regalarle cosas desconocidas para ellos (baratijas); lo cual hizo que muchos fueran a hacer regalos o intercambios (siempre a favor de Colón y su tripulación, aprovechando desconocían el valor de las cosas que les daban, estaba claro que debía lucrarse con su ignorancia). De esta forma, al ver que unos aborígenes traían aretes de oro, preguntó de dónde lo obtenían y estos respondían señalando. Con este fin hacía su recorrido y en todas las islas que van pasando, proclama propiedad del rey Fernando y la reina Isabel, pensaba Colón que ellos ni entendían estaban apropiándose de las tierras. Entonces, señala Colón (Carpentier, 1979) que “Nadie parecía hacer gran caso de nuestras ceremonias, actas y proclamas. Parecían decirse, unos a otros —y a veces con alguna enojosa risa—: “Que sí, que sí;que no hay inconveniente. Por nosotros... ¡que sigan!” Nos regalaban papagayos”.

            Cabe resaltar, los aborígenes no los guiaban por voluntad propia, como queda expreso en los fragmentos del Diario del primer viaje de Cristóbal Colón, Cristóbal seguía su viaje “porque éstos que yo había hecho tomaren la Isla de San Salvador me decían que allí traían manillas de oro” (p, 7). De allí se destaca que los tenía prisioneros, pero en este texto nunca se ven desprecios hacia ellos, tanto así que si pasamos por alto donde dice “había hecho tomar” podría creerse en lo sucesivo que los guían por voluntad propia. En este texto, se hace ver Colón como un hombre deseoso de llevar riquezas consigo, pero sin intenciones de hacer daño, como si los hubiera tomado sólo porque era obligatorio tener quien los guiará. Contrario a esto, en El arpa y la Sombra, la ambición por el oro es más potente y llega al punto de hacer notorio no le importaba qué fuera necesario, para que ellos le dijeran dónde está el tan preciado metal, esto se ve descubierto cuando refiere (Carpentier, 1979):
Y por lo mismo, movido por un Espíritu Nefando que, de repente, se alojó en mi alma, pasando a la violencia mandé tomar prisioneros a siete de esos hombres que a trallazos metimos en las calas, sin reparar en gritos y lamentos, ni en las protestas de otros a quienes amenace con mi espada —y ellos sabían por haber tocado una de nuestras espadas, que las espadas nuestras cortaban recio y abrían surcos de sangre (p, 51).

De igual manera, son muchos los ejemplos presentes en El arpa y la sombra, en los cuales hacen ver a Colón como un hombre sarcástico, burlesco y  descortés (al describir la vestimenta de los aborígenes y los reyes de estos). Mientras, en el Diario del primer viaje de Cristóbal Colón cuando detalla los aborígenes mantiene un tono respetuoso, limitándose a relatar los rasgos.

A todo esto, volviendo la vista atrás, el Diario del primer viaje de Cristóbal Colón narra el primer viaje, donde toma posesión de como: islas Santa María de la Concepción, Fernandina, Isabela y Cuba. En adelante, El arpa y la sombra cuenta su llegada ante la reina Isabel, sintiéndose victorioso aunque con la pena de haber encontrado poco oro. Por lo cual, su majestad le crítica pero le da la tarea de llevar a cabo un segundo viaje, no tanto por la riqueza sino porque no quería que otros al enterarse le ganarán la gloria de ser dueña de esas tierras.

El segundo viaje de Cristóbal, según El arpa y la sombra manifiesta su ambición desencadenada, cuando al estar frustrado por no conseguir mucho oro, plantea a la reina el negocio de usar a los aborígenes para venderlos como esclavos; idea a la cual se le adelanta su hermano Bartolomé, quien para el momento en que el envió la carta ya tenía presa una multitud de ellos (lo cual será refutado por el abogado del diablo en “La sombra”).

Seguido a esto, La primera visión de la tierra firme rememora el tercer viaje, en la cual llega a la isla de la Trinidad, con una búsqueda intensa de oro y perlas. También, se embellece con la descripción de los paisajes y se tiene una visión de un hombre conciliador. Por cuanto, Colón dice “Y yo deseaba mucho haber lengua y no tenía ya cosa que me pareciese que era de mostrarles para que viniesen” (p, 18). Aunque  su deseo era poder comunicarse para conocer donde se encontraba el oro y hacer negocios muy a su favor, él mantiene su respeto hacia ellos.
Finalmente,  lo más importante es la función que cumplió Cristóbal Colón en la unión de los llamados Viejo Mundo y Nuevo Mundo. Aún cuando es difícil conocer cómo fue la actitud del Descubridor de América, por ser tarea ardua que requiere investigar mucho más a fondo; en El arpa y la Sombra  existe un fundamento relevante, al significar una relación de avance. Así, refiere (Carpentier, 1979):
Por encima de todo ello, había una humanidad en efervescencia, inteligente y voluntariosa, siempre inventiva aunque a veces desnortada, generadora de un futuro que, según pensaba Mastaï, sería preciso aparear con el de Europa —y más ahora que las guerras de independencia propendían a cavar un foso cada vez más ancho y profundo entre el viejo y el nuevo continente (p, 19 - p, 20).

            Si bien es cierto que este vínculo tuvo un gran costo para los aborígenes del Nuevo Mundo, a quienes se les irrespetaron sus derechos como hombres y mujeres, siendo tratados con inferioridad. Hoy en día, cuando esas tierras son libres de la represión sucesiva al mal llamado descubrimiento; esa “humanidad en efervescencia” demostró valentía e inteligencia.



 Referencias

·         Casillas, J. (2016). “La familia de Colón podría tener viejas raíces escocesas”. (Febrero 27, 2016), Tomado de: http://www.abc.es/cultura/abci-pelirrojo-cristobal-colon-201601182306_noticia.html
           
·         Carpentier, A. (1979).El arpa y la sombra. México: Siglo XXI ediciones, Primera edición.

·       
          Medina, J. (Comp.). (1992).Historia real y fantástica del Nuevo Mundo. Descubrimiento del Nuevo Mundo. Caracas, Venezuela: Biblioteca Ayacucho.

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